El titular de este editorial no va por la crisis -que la hay y continuará habiendo, según dicen los menos optimistas, hasta 2017- sino por las personas y la sociedad en general.
Cuando explotó la burbuja inmobiliaria y se precipitó la quiebra del sistema bancario internacional, muchos analistas –no financieros, por supuesto- manifestaron que esta profunda crisis serviría para cambiar la forma de pensar de las personas sobre cómo vivir sobre la Tierra para asegurar el futuro y la sostenibilidad del planeta.
Van pasando los meses y, de momento, pocos cambios se aprecian: la ética, a nivel económico y político, continúa brillando por su ausencia; las decisiones importantes, que se toman por inercia y bajo presión, continúan beneficiando sólo a los grandes y a los poderosos; la especulación continúa campando a sus anchas por los mercados bursátiles y financieros; la política continúa estando ahogada por la inoperancia; y la mentira, el engaño y la burla cae de lleno en el ciudadano de a pie, en el trabajador, en el empresario que se desvive y se desespera para encontrar un camino que le permita sacar adelante a su empresa y, por ende, a todas aquellas familias que dependen de su actividad.
Y todos nosotros continuamos igual; aguantando el chaparrón, apretándonos los cinturones, rezando para que la empresa en la que trabajamos no eche el cierre, esperando que todos esos “grandes” políticos que, teóricamente, dirigen el mundo, encuentren una solución…
Nuestras quejas y nuestras angustias se quedan en papel mojado porque no salen del ámbito familiar o del círculo de amigos. ¿Y qué más hacemos? Nada, o casi nada. Porque parece ser que en lo único que continuamos pensando es en que nuestro poder adquisitivo no baje, y poder así seguir consumiendo infinidad de cosas que realmente no son tan necesarias como nos han hecho creer.
Estoy convencida de que muchos piensan que “hemos tocado fondo”; Pues es ahora cuando debemos iniciar la ascensión de esas aguas tan profundas en las que nos ha hundido un sistema y una forma de vivir basado en el materialismo, el egoísmo, el individualismo y la falta de ética e integridad.