“A quién más beneficia la implantación de la RFID es al operador logístico”
Avery Dennison es una gran empresa…
Avery Dennison es una de las principales compañías a nivel mundial en materiales de oficina, etiquetas para el sector retail y sistemas de etiquetaje e identificación de marca. Tras la adquisición de Paxar Corporation a mediados del año 2007, emplea a más de 30.000 personas en más de 50 países de todo el mundo, cotiza en la Bolsa de Nueva York, está listada en el FORTUNE 500 y en 2007 facturó 6.300 millones de dólares.
¿En qué grupos se estructura Avery Dennison?
Esencialmente son cuatro: Roll Materials, especializado en materia prima para fabricantes de etiquetas autoadhesivas; Productos de oficina; Retail Information Services, dedicada a productos y tecnologías de etiquetado e identificación de productos; y una cuarta en la que se engloban otras actividades como sistemas de rotulación, productos adhesivos para cirujía, etc.
Avery Dennison cuenta con una división específica de RFID
En realidad en Avery Dennison existen dos divisiones que ofrecen soluciones RFID:
El Grupo Retail Information Services, ofrece soluciones de RFID para el fabricante, minorista, distribuidor, es decir, para el cliente final. Esto incluye etiquetas, impresoras-codificadoras RFID y todo lo necesario para empezar a desarrollar un proyecto o piloto RFID. Por ejemplo, suministramos etiquetas RFID para el sector textil, cuyas necesidades son muy complejas porque incluyen muchos datos variables, como precio, talla, color, modelo, etc.
Como proveedores de tecnología para el Retail también estamos en otros sectores como la gran distribución (Ikea, ToysRus, Alcampo, etc.)
También existe otra división RFID en Avery Dennison que se encarga de desarrollar y comercializar inlays (chip más antena) para fabricantes de etiquetado.
¿Dónde producen las etiquetas?
Avery Dennison dispone de más de 50 centros de producción de etiquetado en más de 40 países, lo que nos permite producir las etiquetas allí donde el cliente lo necesita. Producimos etiquetas en China, India y Marruecos, etc. mientras que nuestro equipo de diseñadores en España hace los diseños de los clientes españoles que se producen en estos países. Una vez preparados los pedidos en las fábricas, las etiquetas se incorporan a las prendas en origen, es decir en el punto de fabricación.
Pero es en el sector textil dónde más se utiliza la RFID
El sector textil es uno de los sectores en los que la RFID ofrece unos resultados más rápidos, esencialmente porque es un sector en el que la logística es muy complicada: con gran diversidad de productos con muchas variables, con una producción centralizada en Asia, países del Este de Europa y el Norte de África, con una distribución a nivel mundial, con un ciclo de vida del producto muy corto (dos temporadas al año pero cada una de ellas con múltiples colecciones, algunas con una periodicidad de salida al mercado quincenal), con distribuciones en todo el mundo muy pequeñas y detalladas, y con reposiciones personalizadas por tiendas una vez o dos por semana. Todos estos factores hacen que el tiempo sea en este sector un factor muy crítico y la RFID la solución ideal. La ventaja es que el sector textil sigue un modelo de negocio vertical; la misma marca controla desde el punto de producción hasta el punto de venta y por lo tanto la implementación de la RFID en este modelo es mucho más sencilla.
Y la RFID para el Gran Consumo…
El sector Gran Consumo, a diferencia del textil, no sigue un modelo de negocio vertical, sino horizontal, con la participación de un productor, un distribuidor y un operador logístico.
Avery Dennison ha participado en varias experiencias positivas de RFID en Gran Consumo, como Wal-Mart en Estados Unidos o METRO Group en Alemania. Pero si no hay un efecto catalizador, como en estos dos casos citados, el coste de la implantación se concentra mayoritariamente en el punto de fabricación, mientras que el beneficio aumenta a medida que nos acercamos al punto de venta.
Si no hay un acuerdo entre las partes (fabricante, distribuidor y operador logístico) es difícil que se produzca una implantación de RFID en el sector de Gran Consumo.
¿Hay otros sectores potencialmente clientes de la RFID?
En el sector farmacéutico hay también iniciativas ya bastante avanzadas, pero quizás más orientadas no a la parte logística, sino a la lucha contra el fraude y a la identificación correcta de los fármacos.
Y otros sectores, menos importantes en cuanto al volumen y el potencial que tienen, pero que han sido muy ágiles en la implantación de la RFID, son por ejemplo el hospitalario, los laboratorios de análisis clínicos, geriátricos, etc. Incluso, como curiosidad, hay una cantera que utiliza la RFID para identificar las piezas de mármol.
Verdaderamente las posibilidades de aplicación son muy amplias.
¿En qué situación está la RFID en España?
Hay que matizar la situación de España y Portugal, tanto en el contexto internacional como en el europeo. Por ejemplo, Estados Unidos centró la utilización de la RFID para todo el tratamiento logístico de unidades de transporte. Y en Europa se han puesto en marcha iniciativas a nivel de identificación de producto unitario, que aporta mayores beneficios porque el producto está identificado y “serializado”.
En Iberia las experiencias más satisfactorias se han implementado en el sector textil:
El caso más amplio en este sector es la implantación que hicimos el año pasado en un distribuidor del textil de Portugal, Throttleman, en la que instalamos un proceso de RFID para agilizar la cadena de suminitros que implica el etiquetado RFID unitario de toda la colección así como el magicmirror™.
Este caso se asemeja al de Mark&Spencer en UK, en el que Avery Dennison ha realizado toda la implantación y el etiquetaje y que actualmente etiqueta con RFID entre 50 y 60 millones de piezas de ropa al año.
¿La RFID implantada en origen obliga a “subirse al carro” al resto de los actores y eslabones de la cadena logística?
Si la RFID la implanta un fabricante en origen, es casi seguro que el operador logístico aprovechará esta ocasión porque sólo tendrá que hacer una pequeña inversión en lectores.
El problema radica en quién paga el tag. Porque el coste del tag repercute directamente en el coste del producto. Por tanto, es el fabricante quien soporta este coste, a pesar de que quizás es el que menos beneficio saca de ello. A quién más beneficia es a aquel que se dedica a hacer picking, a mezclar lotes, etc., es decir al operador logístico que gestiona la cadena de suministro.